31 de gener 2009

a propósito del dolor

Citaré el llibre "con el consentimiento del cuerpo" de Marie Betherat, Thérèse Betherat i Paule Brung. Madre e hija (embarazada) y comadrona, ayudan a preparar el cuerpo para el parto mediante reflexiones y algunos ejercicios de liberación, y ayudan a dar nacimiento al hijo con el consentimiento del cuerpo.
"Las mujeres no son iguales ante el dolor del parto. Algunas se retuercen de sufrimiento, otras no sienten nada o casi nada. Hay numerosas razones para esto, fisiológicas y psicológicas. Nuestro cuerpo no está desarmado frente al dolor, tiene sus propias defensas. En el momento del nacimiento el organismo materno segrega una hormona llamada endorfina. Es un analgésico similar a la morfina. La endorfina adormece el dolor y procura bienestar. Si la relación del personal de la maternidad con la madre es de confianza y serenidad, la secreción de endorfina de ésta aumentará. El ambiente, la atmósfera en la que la mujer da a luz, la confianza que tiene o no en sí misma, en su partera, en su médico, inciden marcadamente en el modo como sentirá el dolor. Un estudio británico citado por Jeannette Bessonard en Paroles de sages-femmes (palabras de parteras) muestra que cuando las mujeres conocen a la partera que las asiste, el número de anestesias durante el trabajo disminuye en tanto que la proporción de partos normales y naturales aumenta. (...)
El dolor tampoco es ajeno a la historia emocional de la mujer. ¿Tiene ella ganas de dejar ir a su hijo, de traerlo al mundo, o teme que esto suceda? ¿Tiene miedo a la separación? Todo parto remite al propio nacimiento. Al parir, la madre revive el trauma de su llegada al mundo. Nacida con fórceps, tendrá la angustia de los fórceps. Nacida por cesárea, tendrá la angustia de la cesárea. Ahora bien, a menudo son el miedo, la angustia los que engendran el dolor. La teoría es antigua y la verifiqué con cada nacimiento. Una mujer que tiene miedo padecerá contracciones exageradas de los músculos, particularmente de la región lumbar y la pelvis. El bebé se colocará mal, el útero deberá redoblar esfuerzos para vencer el obstáculo muscular, las contracciones serán más fuertes, más largas y más dolorosas. Se ingresa en un círculo vicioso. ¿Cómo enfrentar estas contracciones, qué hacer para que resulten soportales y para domesticar el dolor? ¿Cómo mantener la calma y vivr intensamente, pero sin padecerlas, las fuertes y las podersas sensaciones de dar a luz? (...)
La anestesia separa a la mujer de su cuerpo en un momento en el que justamente tiene la enorme necesidad de saber y sobre todo de sentir lo que ocurre el él. (...) en cuanto a su bebé, debe afrontar él solo las contracciones. Su madre está obligada a abandonarlo en plena tormenta, ya no hacen el camino juntos."

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