28 de gener 2009

postura de parto


Parece mentira que a pesar de todos los estudios realizados, todavía en la mayoría de los hospitales la postura de parto sea la tumbada boca arriba. La mujer debería poder elegir la postura de parto más práctica, cuando llega el momento de parir.
No hay una postura de parto idónea: depende de cada mujer y de cada momento. El instinto indica en todo momento cual es la mejor postura mediante un lenguaje infalible: la más cómoda es también la más fisiológica. Puede ser en el taburete obstétrico, en cuclillas, a cuatro patas, de pié, de rodillas, en la bañera, sentada en la cama, de lado... la única desaconsejable es la litotomía (tumbada, los pies en los estribos).
Concebida para comodidad del médico la posición tumbada durante la dilatación y el potro obstétrico en el expulsivo son reliquias del pasado, injustificables hoy en día a la luz de la evidencia científica.
En posición horizontal el coxis se dirige a lo algo, y el canal vaginal se estrecha. Por el contrario, en una postura vertical, y sobre todo en cuclillas, el coxis bascula hacia atrás, y los músculos que rodean la vagina se abren, lo que ensancha y acorta el canal vaginal. Si en dicha posición vertical, además, la mujer flexiona el tórax, como para querer observar la abertura vaginal, el coxis se abre aún más hacia atrás, ampliando la vagina en el sentido antero-posterior.
En el parto tumbada boca arriba, la vagina es una cuesta cuyo extremo se orienta hacia arriba, mientras que en la posición vertical, ya sea en cuclillas o en otra postura, la vagina se orienta directamente hacia el suelo. La mujer que da a luz tumbada debe empujar el bebé hacia arriba, por un canal más largo y estrecho, mientras que la que da a luz en vertical es ayudada por la fuerza de la gravedad, que no sólo atrae al bebé, sino a los órganos abdominales móviles, que se añaden al peso del bebé, facilitando la expulsión. Como pregunta el doctor Paciornik, ¿qué es más fácil, empujar un coche cuesta arriba o cuesta abajo?
En la mujer embarazada, el peso del útero aumenta la presión sobre la arteria aorta, la vena cava inferior y los vasos retro-perineales. La posición tumbada de espaldas incrementa la presión en la vena cava inferior, disminuyendo su calibre y aumentando el volumen de sangre en el tercio inferior del tronco y los miembros inferiores, lo que disminuye la sangre en circulación en el resto del cuerpo y concretamente en el útero. Al disminuir el oxígeno en el útero, el ritmo de las contracciones se altera. Entre otros efectos, lo más normal es que la mujer padezca de disnea, malestar, mareos por hipotensión y edema de piernas, y que el feto altere su ritmo cardiaco, emitiendo mensajes de sufrimiento fetal, que el monitor registrará puntualmente. Un simple cambio de postura, como, por ejemplo, tumbarse de lado, es con frecuencia suficiente para mejorar la circulación sanguínea.
En posición vertical, en cambio, este problema no se produce. Por el contrario, la mujer que dispone de libertad de movimientos suele adoptar la posición que menos entorpece la circulación del gran vaso que lleva la sangre de la placenta al feto.
En posición vertical, la presión que ejerce el peso del bebé sobre los músculos del suelo pélvico ayuda a su relajación y dilatación. Esa presión genera un impulso nervioso que actúa sobre la hipófisis y estimula la liberación de oxitocina, hormona estimulante de la musculatura uterina, lo que contribuye a un progreso más rápido del parto. Se ha podido calcular que el tiempo de dilatación de 4 a 10 cm. en el caso del parto en posición horizontal es un 50 por 100 más largo que cuando la posición es vertical.
La posición tumbada, con los pies fijos en los estribos, deja fuera de juego las piernas, que son las masas musculares más poderosas del cuerpo, lo que reduce la capacidad de maniobra de la parturienta, y a reducida a causa de la postura. Además los músculos abdominales pueden ejercer una fuerza mayor cuando los pies están sobre el suelo.
En posición vertical las articulaciones de la cadera, reblandecidas por el efecto de las hormonas del embarazo, se abren para dejar paso al bebé. En posición horizontal, la pelvis queda inmovilizada y el reblandecimiento de las articulaciones no sirve para facilitar el parto.
La libertad de movimientos y de posición de la mujer es importante, ya que es el instinto -el cerebro primitivo- el que le guía para adoptar la posición más fisiológica. Esta sabiduría interna de la mujer de parto se observa, por ejemplo, en la frecuente necesidad, en una fase del parto, de realizar movimientos rotatorios. Estos movimientos facilitan los rotaciones que el feto debe realizar para colocarse y avanzar en el canal del parto, similares a los necesarios para sacar un anillo de un dedo, o descorchar una botella. En posición tumbada, el feto no dispone de esta ayuda de su madre.
En cualquiera de los casos, es más fácil para el bebé rotar sobre una fracción de su cabeza, en posición vertical, que rotar en posición horizontal. Esta última posición, además de incrementar notablemente la superficie de fricción, impide al bebé aprovechar la fuerza de gravedad y la labor facilitadota de los movimientos de su madre. Algunos estudios han demostrado que el parto se acorta y causa menos alteraciones del ritmo cardíaco fetal y menos moldeamientos del cráneo del feto cuando la mujer es libre para moverse y caminar durante las fases de dilatación y expulsión.
La expulsión de la placenta es también mucho más fácil en posición vertical que tumbada. La fase de expulsión de la placenta y sus dos accidentes principales, la hemorragia y la infección, han sido desde siempre las principales causas de mortalidad de las parturientas. Su expulsión se facilita por la posición vertical, por el bienestar térmico y por el estímulo que ejerce el recién nacido succionando el pezón, que acelera las reacciones hormonales de terminación del parto.
Por este motivo, la organización mundial de la salud recomienda explícitamente libertad total de movimientos y elección de postura, tanto durante la dilatación como en el expulsivo, lo que ha animado a muchos países a ir adecuado sus protocolos hospitalarios para garantizar este derecho de las mujeres.

Autora: Isabel F. del Castillo

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