29 de març 2009

Pedagogía Waldorf -els meus primers contactes amb teories pedagògiques-


Rudolf Steiner (1861-1925).

“No hemos de preguntarnos qué necesita saber y conocer el hombre para mantener el orden social estableciod; sinó ¿qué potencial hay en el hombre y qué puede desarrollarse el él? Así será posible aportar al orden social nuevas fuerzas procedentes de las jóvenes generaciones. De esta manera siempre pervivirá en el orden social lo que hagan de él los hombres integrales que se incorporan al mismo en vez de hacer de la nueva generación lo que el orden social establecido quiere de ella”.
Cuando un niño puede relacionar lo que aprende con sus propias experiencias, su interés vital se despierta, su memoria se activa, y lo aprendido se vuelve suyo. Las escuelas Waldorf están diseñadas para propiciar este tipo de aprendizaje.
El método de Steiner se basa en proveerle al niño lo que necesita en cada momento de su evolución.
El entorno debe ofrecer al niño amplias oportunidades para la imitación plena de sentido y para el juego creativo. Esto apoya al niño en la actividad central de estos primeros años: el desarrollo de su organismo físico. Desviar las energías del niño de esta tarea fundamental para atender exigencias intelectuales prematuras le roba al niño la salud y vitalidad para su vida posterior. En últimas, debilita las mismas capacidades de juicio e inteligencia práctica que el maestro quiere fomentar.
Cuando los niños están listos para dejar el jardín y entrar en primer grado, están deseosos de explorar el mundo entero por segunda vez. Antes, se habían identificado con él y lo habían imitado; ahora a un nivel más conciente, están listos para conocerlo otra vez por medio de la imaginación.
En el segundo septenio, durante los años de escuela primaria, la tarea del educador es traducir todo lo que el niño necesita saber acerca del mundo al lenguaje de la imaginación, un lenguaje que es tan exacto y corresponde tanto a la realidad como el análisis intelectual en el adulto. Las riquezas de épocas antiguas menos intelectuales, con sus leyendas, mitos y relatos folklóricos, que dicen la verdad a través de parábolas e imágenes, se vuelven fuente inagotable de tesoros para el maestro. La naturaleza, el mundo de los números, las matemáticas, las formas geométricas y el trabajo práctico del mundo, cuando se miran a través del lente de la imaginación se vuelven el mejor alimento para el alma del niño. Todo aquello que apela a la imaginación y al sentir verdadero activa y moviliza los sentimientos, facilitando el aprendizaje y la memoria.
Es sólo después de los cambios fisiológicos de la pubertad, con los cuales se completa la segunda gran fase de desarrollo del niño, que el aprendizaje imaginativo sufre una metamorfosis para emerger como capacidad racional y de abstracción intelectual.
Durante la gloriosa turbulencia de la adolescencia, la personalidad celebra su independencia y busca explorar el mundo otra vez en una forma nueva. Pronto emergerá la individualidad de su ser.
Este ser esencial no es producto ni de la herencia ni del entorno; es una manifestación del espíritu. El terreno sobre el que se afirma y en el cual hunde sus raíces es la inteligencia que ha madurado, a partir de la matriz de la voluntad y el sentir, hasta llegar al pensamiento claro y experimentado. En la sabiduría tradicional, es este el ser que toma posesión de sí mismo alrededor de los 21 años, se hace "mayor de edad", y entonces está listo para emprender la verdadera tarea educativa -la autoeducación- que distingue al adulto del adolescente
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1 comentari:

  1. Em sona d'on deu haver sortit això...
    D'altra banda, no m'imaginava que a Catalunya hi haguessin ja tantes escoles lliures...

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