28 de gener 2012

La Maldición de Eva

"Un breve resumen de la historia de la mujer en relación al parto.
Durante siglos, y especialmente en las sociedades occidentales, las mujeres han recibido programación negativa con respecto a la naturaleza del parto. Durante innumerables generaciones, la sociedad en general y las mujeres en particular han aceptado la suposición de que se debe parir en agonía; y donde se espera dolor, se experimenta dolor.
Si estudiamos la historia de la civilización, nos damos cuenta de que el dolor no siempre ha formado parte natural del parto. Incluso hoy en día, en sociedades menos sofisticadas donde las culturas no han sido influenciadas por la civilización occidental, las mujeres, cuyos cuerpos fisiológicos son idénticos a los cuerpos de mujeres occidentales, dan a luz sin tanto ajetreo y con el mínimo de incomodidad. Nunca les han enseñado, ni han aprendido a aceptar y a vivir con el terror de "La Maldición de Eva".
Para comprender la secuencia de eventos que llevaron a la actual creencia de que el dolor es la supuesta maldición de la mujer, debemos devolvernos en el tiempo al año 3000 antes del nacimiento de Jesucristo y de la expansión de la doctrina judeo-cristiana, a una época cuando las mujeres daban a luz de manera natural y con el mínimo malestar, a menos de que se presentara una complicación. La vida de la gente en estos tiempos antiguos se centraba en torno a la Naturaleza y a la Maternidad. Honraban a la Madre Naturaleza, a la Madre Tierra, y a la Madre Creadora. las mujeres eran veneradas como las creadoras de vida. Como creadoras y responsables de la supervivencia de la especie (no se conocía la relación entre la relación sexual y la concepción), también se creía que estaban vinculadas con la deidad. Se veneraban todos los aspectos de la Naturaleza y consideraban al nacimiento como la manifestación más elevada de la Naturaleza. El parto era un rito religioso, y no el sufrimiento en el cual se transformaría más adelante.
Las mujeres eran sanadoras. Ellas preparaban y daban medicinas. Colaboraban entre ellas e intercambiaban su conocimiento, guiadas por la "mujer sabia" de la aldea. Los hombres eran los recolectores de alimentos, hierbas y materiales para la construcción de viviendas. Las funciones de mujeres y hombres eran diferentes, sin embargo había igualdad entre sexos opuestos.

Durante muchos siglos prevaleció esta actitud alegre hacia el parto, y existe evidencia muy antigua de que la Escuela de Medicina de Grecia, dirigida por Hipócrates y Aristóteles, no hacía mención alguna en sus escritos de que el dolor estuviese relacionado al parto, a menos que se presentara una complicación. Incluso en ese caso, se le administraban hierbas y potajes a la mujer con el fin de lograr un estado de relajación para sí poder tratar la complicación. Los griegos adoraban a un dios supremo de género masculino; sin embargo, los dioses menores eran tanto masculinos como femeninos, lo que hacía que la mujer contara con una posición de respeto en el centro de la religión.
Tanto Hipócrates como Aristóteles creyeron en la necesidad de tomar en cuenta los sentimientos de la mujer durante el proceso de parto. Apoyaron la idea de que hubiese personas que atendiesen a la parturienta y sus necesidades. Hipócrates fue el primero en organizar y dar instrucción formal a las mujeres que tuvieran interés en ser parteras.
En numerosos escritos de Hipócrates y Aristóteles leemos que "la naturaleza es la mejor medicina" y que la naturaleza debería funcionar sin la intrusión de "...intervenciones entrometidas". Aristóteles escribió y enseñó sobre la conexión entre mente y cuerpo y enfatizaó la importancia de la relajación profunda durante el proceso de parto.
en Grecia, esta visión en torno al parto se mantuvo durante siglos. Hasta 1930 todavía había mujeres en pequeñas zonas rurales griegas que se reunían alrededor de un "árbol de nacimiento", un árbol de ramas bajas de donde la mujer se colgaba y sostenía para dar a luz en medio de la alegría, libre de sufrimiento y dolor.
Sin embargo esta filosofía no prevaleció en el resto de Europa. Las tribus expandían sus dominios y conquistaban nuevas tierras, glorificando la guerra y los guerreros. Con la difusión del cristianismo, una nueva creencia se extendió por toda Europa, la creencia en un Dios único y masculino reemplazó el concepto de Diosa femenina. Los templos y altares en piedra de esta gente primal que adoraba a la Naturaleza fueron destruidos y catedrales cristianas fueron erigidas en su lugar. El dar importancia a las leyes y funciones de la naturaleza se volvió una ofensa seria, y todos los escritos que trataban sobre curas naturales fueron dañados y quemados.
Lo que definitivamente no prevaleció fue el papel de la mujer en la religión y en la sociedad. Literalmente, pocas piedras "quedaron en pie" durante la tarea de destruir el concepto de diosa y de redefinir el papel de la mujer. En el siglo 2 d.C., Clemente de Alejandría escribió: "Toda mujer debería sentirse avergonzada por la sola idea de ser mujer". Las mujeres pobres y sin educación temieron por el solo hecho de ser mujeres. Se les prohibió la práctica de sus dones sanadores, fueron forzadas a reunirse en secreto y a trabajar en la oscuridad de la noche. Así fue como la brujería, un don honrado y apreciado de sanación, se transormó en la herramienta del diablo y fue prohibida. Todos los asuntos de medicina y curación pasaron a manos de los sacerdotes monjes quienes aclamaban que su poder venía directamente de Dios. El clero ejercía completa autoridad en torno a las decisiones sobre quienes podían ser tratados y quiénes no.
Las mujeres, culpables de la expulsión del paraiso y de las enfermedades e infortunios como consecuencia de ésta, fueron declaradas brujas y torturadas, mutiladas y quemadas en la hoguera, su supuesto crimen siendo la habilidad de causar en fermedades, y constroversialmente, sanaciones. Como la doctrina de la Iglesia ordenaba que sólo Dios tenía el poder de curar, los éxitos de las curaciones probaban el hecho de que, en efecto, colaboraban con el mal. Esta matanza de mujeres y niñas de aldeas enteras continuó por más de cinco siglos.
La traducción del relato hebreo de La Creación dejaba claro que la mujer debía ser subyugada en la relación con su marido y dentro de la sociedad en general.

Los hombres de medicina, gobierno e Iglesia realizaron un gran esfuerzo para erradicar la imagen de la mujer y la noción de parto como centro de celebración religiosa. El esfuerzo resultó exitoso. A través de una serie de decretos a lo largo de varios siglos, lo que una vez había sido una celebración de la vida se transformó en una prueba de dolor, soledad y miedo. La ley promulgaba la segregación de la mujer embarazada y el aislamiento en el parto. Como los monjes y los sacerdotes contaban con la autoridad sobre todas las prácticas médicas y curaciones, los médicos debian obtener permiso del clero para tratar a los enfermos. Ya que los niños eran el resultado del "pecado carnal", las mujeres en proceso de parto no eran consideradas como dignas de recibir atención. Se prohibió que las personas que trabajaban en el campo de la salud atendieran a una parturieta, y se abolió la partería, dejando a la mujer en proceso de parto sola, aislada y sin apoyo.
Ya que la mujer estaba pagando retribución por el pecado original, no había lugar para la misericordia. las mujeres que experimentaban partos complicados sufrían terriblemente. Una nueva ley promulgó que en caso de complicación, la vida del bebé debía ser salvada. en caso de ocurrir esta eventualidad, las manos de campesinos y castradores de cabras, las únicas personas a quienes se les permitía atender a una mujer en proceso de parto, deberían tomar al bebé a traves de una incisión hecha en la pared abdominal uterina, sin tomar en cuenta la vida ni la agonía de la madre.
Aquí fue donde la creencia que ha persistido durante varios siglos tomó forma: las mujeres deben tolerar dolores insoportables al dar a luz.

Si volvemos la mirada sobre estos eventos, comprendemos que era el miedo a la muerte como resultado de complicaciones, y no el miedo al parto en sí, lo que hacía que las mujeres consideraran el parto con horror. El miedo en extramo causaba tensión extrema, y la tensión, a su vez, causaba tensión en el cérvix, que como resultado no podía desmpeñar su función normalmente.
Es imposible pensar que la mujer pudiese abordar la experiencia del parto con otro sentimiento que no fuese de temor, sabiendo que si se complicaba, podría morir, o con suerte, sufrir. Quedaba claro que el nacimiento ya no era visto como una celebración de vida.
La medicina avanzó con el renacimiento de la ciencia luego del oscurantismo de la Edad Media, pero no sucedió lo mismo con el estatus de la mujer y del parto. Las traduciones de la Biblia, escritas en el tiempo en que se creía que el dolor formaba parte natural del parto, hicieron prevalecer el concepto de "La Maldición de Eva. El Dr. Dick-Read, a través de sus estudios en torno a la Biblia y de su contacto con eruditos en esta materia, descubrió que la palabra "etzev" en hebreo significaba "labor, trabajo, esfuerzo", pero que cuando los mismos traductores se referían al parto, la palabra usada significaba "dolor, angustia, pesar".
Pasaron muchos siglos antes de que se diera un cambio de actitud en torno a la mujer, a la sanación y al parto. Entre los siglos XIII i XVI continuaron las ejecuciones de brujas.
En la segunda mitad del sigo XVI se prohibió que los pastores y ganaderos atendieran a una mujer en proceso de parto; no obstante, los médicos todavía no podían atender a la parturienta.
Fue durante este siglo cuando la partería se volvió a practicar; sin embargo era vista como una profesión deshonrosa, "... conveniente para la mujer encaragarse del trabajo sucio del parto". En Alemania, donde se dio el mayor número de ejecuciones, Martin Lutero escribió: "...poco importa que la mujer se canse o muera. ¡Déjenlas morir en el paro!, para eso están allí". A las parteras se las apodó "Weh Mutters, que literalmente significa "dolor" y "madres", o "Madres del dolor"...
Incluso con el advenimiento del cloroformo no se trajo alivio a las mujeres en proceso de parto. Aunque fue permitido en todos los procedimientos médicos, su uso fue prohibido en el parto. Esta actitud no se limitó a Europa. Cuando se sugirió que se le diera alivio a la mujer, un ministro de Nueva Inglaterra respondió que si se hacía, se privaría al Señor del placer de "... sus quejidos sinceros y profundos de ayuda".
No fue sinó hasta mitades del siglo XVIII que se le permitió a los doctores atender a la parturienta. Muchos de los obstetras de aquella época eran ineptos o alcohólicos. las maternidades carecían de higiene e infecciones causadas por algo tan simple como las manos sucias se transmitían velozmente. Algunas mujeres que daban a luz en la casa morían por complicaciones, pero muchas otras que iban a los hospitales por seguridad y mejor trato morían de una infección llamada "fiebre puerperal". Aunque las muertes eran causadas por falta de higiene, más que por una complicación, el miedo a la muerte se relacionó aún más estrechamente con el parto.
Por muchos años se hizo poco o nada para lograr cambios en las prácticas obstétricas. No es sino hasta el año 1900 que se generaliza el conocimiento sobre los anestésicos, la higiene, los antibióticos y los analgésicos. Finalmente y gracias a la influencia de cierta gente, la anestesia es permitida en el parto. Una vez que la puerta se abre al uso de la anestesia, el péndulo se desplaza rápidamente hacia el otro extremo. La administración temprana de drogas y la anestesai se vuelven la norma en todos los partos. como se creía que el parto doloroso era inevitable, las mujeres recibían altas dosis de analgésicos durante la primera fase de parto y anestesia general durante la segunda fase. Se estandarizan los partos drogados y los partos con ayuda de instrumentos. Todavía hoy el alivio del dolor y la conveniencia de los médicos constituyen la norma en el parto."

Hipnoparto. Una celebración de la vida.- Marie F. Mongan

2 comentaris:

  1. Sí, dona, sí, fés com la majoria i centra´t només en la maternitat. Com si no hi haguessin coses més importants en la vida d´una dona que això... Però, és clar, vint anys de rentat de cervell de Hollywood i els mass media en general comencen a passar factura, oi? Doncs de la manera com està el món ara com ara, n´estic orgullosa de no ser mare i ni tu ni ningú em farà canviar d´opinió.

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  2. Et publico el comentari, tot i que fa molt que no tinc actiu aquest bloc, perquè has dedicat una estona a mirar un bloc de maternitat i a escriure un comentari tot i que "no t'interessi gens el tema" així que t'ho dec.
    Aprofito per aclarir que: NO només em centro en la meva maternitat; aquesta entrada no parla de maternitat, és una cita que resumeix la història del part; no m'interesssa el cinema Hollywood ni el mass media; i per acabar... em sento orgullosa com a dona que estiguis orgullosa de la teva decisió personal de no ser mare, així hauria de ser sempre, una opció personal presa amb consciència. De tota manera m'entristeix què t'indigni que tot el que penses sobre mi fos cert, doncs seria igualment respectable, cadascú hauria de poder decidir allò en que es vol centrar en la vida sense haver de ser jutjat pels demés.
    una abraçada

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