28 de gener 2011

Gracias Carlos!

La desición consciente de vacunar o no a un hijo no es nada fácil, porque tenemos miedo a todo, estamos en la sociedad del miedo. Es muy necesario que se respete por lo tanto la decisión de cada familia para que la esfera pública pueda ser cordial.

A algunos nos parece exagerado vacunar a un niño recién nacido (sin entrar siquiera en la valoración de la necesidad o efectividad de las vacunas). ¿Tanta prisa hay en introducir un tóxico en el organismo de una persona que ni siquiera está acabada de formar? esta prisa sólo existe por el miedo a la vida, por concebir el ser como algo muy vulnerable que está expuesto a enfermedades mortales desde el momento en que nace (o incluso ya en el útero, o en el parto!). Algunas personas han olvidado que una planta puede crecer y estar sana sin fumigarla, con nuestra salud pasa lo mismo, y de ahí vienen las prisas. Muchos vacunan por miedo.

Y otros no vacunamos también por miedo, por miedo a la toxicidad y a sus efectos dañinos. En general en estos casos preferimos concentrar nuestros esfuerzos en ayudar a la maduración natural del sistema inmunológico con todo lo que tenemos a nuestro alcance (entre ello con un buen soporte emocional, porque sabemos lo necesario que es). Y mientras tanto vamos tomándonos el tiempo necesario para valorar si vamos a optar por vacunar o no en el futuro, según la información que vamos encontrando y qué valor tenga ésta para nosotros.

Seria ideal si pudiesemos decidir si vacunamos a nuestros hijos o no en función de cómo entendemos cada uno la vida y de cómo entendemos cada uno la enfermedad, algo que evidenciaria que tenemos maneras diferentes de entender y de vivir la vida, lógicamente.

Saber que C. González en su reciente libro publicado se burla de sus adversarios, los "anti-vacunación" como él dice, en tono burlesco y prepotente me entristece, porque es propio de alguien con baja inteligencia emocional y además no aporta ninguna reflexión nueva, sigue infundiendo miedo y por ser un líder de masas eso hace flaco favor a la sociedad.

A la mayoría de madres no nos hace falta que ningún pediatra nos diga que "besemos a nuestros hijos", ni que "dar pecho es un regalo para toda la vida" pero la realidad es que C. González ha contribuido a normalizar algunas prácticas y a abatir falsos mitos. Ahora con este nuevo libro, a pesar de ser cruelmente criticada por él, tengo que agradecerle que informe a las masas de que "no es obligatorio vacunar", de que existe una "liga para la libertad de vacunación", de que "cada vez hay más famílias que no vacunamos (lo que quiere decir que cada vez hay más familias que nos informamos y tomamos las riendas, con conciencia)", entre otras cosas.

Gracias Carlos por esta gran labor que estás haciendo, aunque lo hayas hecho de manera inconsciente. Prometo leer tu libro, aunque seguro que no me vas a hacer cambiar de opinión, porque vemos la vida de diferente manera.
Gracias también a la LLV por algunas reflexiones con las que he empatizado y he proyectado en este post.

"no es posible la investigación científica en homeopatía" capítulo del libro "la homeopatía".- Dr.Jaques Boulet

Tras prometer a un amigo facilitarle los ensayos clíncos sobre la efectividad de la homeopatía que había leído, he decidido publicar íntegramente el capítulo de referencia por parecerme muy interesante y poder compartirlo con todo aquél que tenga interés.

"La investigación clínica en homeopatía sería imposible porque sólo cura enfermedades psicosomáticas, por definición muy subjetivas y por lo tanto no evaluables. Esta afirmación es frecuente y proviene tanto de personas que no conocen bien la homeopatía como de cierta categoría de homeópatas o de homeopatizantes convencidos, sin contar los detractores institucionales a pesar de que, en ocasiones, estás al corriente de los trabajos publicados.
Las objeciones que se alegan se basan todas en la idea de que la homeopatía es una terapéutica individualizada y que, en consecuencia, no puede plegarse a un estudio estadístico. Para un mismo diagnóstico, a veces las prescripciones son diferentes, teniendo en cuenta las diferentes modalidades de reacción según los pacientes, en función de su terreno. A la inversa, el mismo medicamento puede prescribirse para dos enfermedades diferentes (concepto de policresto). Por último, para una enfermedad y un enfermo determinados, el tratamiento debe modificarse en función de cómo evolucionen los síntomas, pues los medicamentos homeopáticos no se corresponden con una enfermedad en su conjunto sino con una fase de su evolución.
Curiosamente, encontramos los mismos tópicos en el debate entre psicoananlistas y defensores de la terapia congnitivo conductual. Estos últimos presentn estudios clínicos significativos sobre el tratamiento de tal o cual síndrome, mientras que el psicoanálisis, evidentemente, trata individuos únicos y rechaza todo análisis estadístico. Los psicoanalistas acusan a los conductistas de “oculta miseria” porque solo curan los síntomas que volverán a aparecer más tarde con otra forma, más maligna. Los conductisan acusan a su vez a los psicoanalistas de dilapidar mucho tiempo (y dinero), para conseguir muy pocos resultados.
Todas estas objeciones son verdad en principio, pero no tienen en cuenta la realidad clínica. En el caso de algunas enfermedades o fases de la enfermedad, el tratamiento homeopático se puede estandarizar y en el aspecto metodológico, en muchos casos, la individualización no es un obstáculo para una investigación clínica tradicional en doble ciego.
Por tanto hay tres tipos de metodología que han hecho posible llevar a cabo estudios clínicos:
1) ensayos que tienen en cuenta la personalización terapéutica
Para evaluar la eficacia de un medicamento en una enfermedad, sólo se seleccionan pacientes que presentan reacciones clínicas susceptibles de ser tratadas con este medicamento. La metodología es la siguiente:
-se elige una patología;
-un médico homeópata preseleciona un subgrupo de enfermos que presentan un conjunto sintomático que indica un medicamento concreto;
-este medicamento se evalúa versus del placebo en doble ciego;
-la evaluación de los resultados la realiza un médico no homeópata.
Así se realizó el ensayo sobre la fibromialgia primaria llevado a cabo por P.Fisher y publicado en el British Médical Journal en 1989. En este estudio, el medicamento Rhus toxidcodendron se mostraba significativamente más activo que el placebo en sujetos cuya sintomatología hacía pensar en las indicaciones de este medicamento (dolor, rigidez articular).
Otra versión de este principio de respeto a la personalización terapéutica consiste en dejar al médico homeópata la libertad de elegir el medicamento, justificado por cada caso clínico. A continuación, este medicamento se administra en doble ciego versus placebo, y otro médico evalúa el conjunto de la serie. Esta metodología le permitió a J.Jacobs publicar en Pediatrics, en 1994, un ensayo sobre la diarrea aguda del niño, utilizando más de quince medicamentos, aministrando cada uno en doble ciego contra placebo.
2) Ensayos comparativos entre un medicamento único y un placebo
No se individualiza la terapéutica ya que afecta a la causa de la enfermedad y no a las reacciones individuales a esta causa. Todos los pacientes reciben el mismo tratamiento sin tener en cuenta su sensibilidad personal ni sus modalidades de reacción. Esta metodología no concierne a los tratamientos de terreno personal sino al tratamiento de una causa o de una reacción común a todas las personas que padecen la misma enfermedad. Por ejemplo, en la alergia estacional todas las personas afectadas son alérgicas a uno o varios pólenes. La expresión concreta de su alergia dependerá a continuación de su propio terreno. Así, D.Reilly publicó en The Lancet, en 1986, los resultados de un ensayo con Pollens 30CH en la rinitis polínica. Igual en cuanto a los diferentes ensayos que muestran la superioridad de Oscillococcinum sobre el placebo en la gripe (J.-P.Ferley, British Journal of Clinical Pharmacology, 1989; R.Papp, British Homeopathic Journal,1998).
3) Con una prescripción estandarizada en síndromes para los cuales una parte de las manifestaciones clínicas es idéntica de un paciente a otro. Esto se refiere a síntomas directamente relacionados con una reacción fisiopatológica como una quemadura, una inflamación, un hematoma, por ejemplo.
En J.Gynecol Obstet. Biol. Reprod., en el año 2001, se publicó un ensayo llevado a cabo por A. Berribi en Toulouse, sobre el tratamiento mediante homeopatía del dolor en la subida de la leche no deseada justo después del parto. Más recientemente se publicó un ensayo sobre el interés de Cocculine en el tratamiento de las náuseas ligadas a las quimioterapias. Así pues, es posible realizar ensayos clínicos en homeopatía y las metodologías tradicionales de doble ciego contra placebo son perfectamente adaptables a la evaluación de los medicamentos homeopáticos, bien sea respetando la individualización del tratamiento, o bien en casos donde es posible el tratamiento estandarizado.
A día de hoy se han realizado cientos de ensayos clínicos, la mayoría de ellos comparando medicamentos homeopáticos con placebos. Teniendo en cuenta o no la individualización del tratamiento. El análisis estadístico de estos ensayos se hizo en varios meta-análisis (análisis estadísticos de un conjunto de ensayos clínicos). La superioridad de la homeopatía sobre el pacebo es una conclusión a la que llegan todos los meta-análisis que han evaluado rigurosamente el conjunto de estudios clínicos. Esta superioridad está claramente cuantificada en términos de riesgo. Sus conclusiones no se prestan a equívocos. Sin embargo, seguimos leyendo aquí y allá que estos resultados no son “convincentes”. La pregunta entonces es: ¿Qué es un resultado convincente? ¿A quién debemos creer? ¿A las revistas que editan, a veces con elogios, estas publicaciones o a ciertos especialistas de la evaluación, que se centran en las insuficiencias metodológicas de los estudios clínicos que afectan a la homeopatía?
¿Así pues, qué es un resultado convincente? Tradicionalmente, se admite que un medicamento prueba su superioridad frente a otro si:
-existe un “intervalo de confianza” superior al 95%, es decir, un riesgo de que la afirmación sea falsamente positiva (riesgo a equivocarse al dar un resultado) inferior al 0,05 (p<0,05);
-los resultados son constantes en una serie de, como mínimo, tres o cuatro ensayos clínicos realizados de forma independiente;
-la metodología no tiene fallo, en particular si se estudia un solo tratamiento o un solo medicamento, a la vez en una sola población o con un único criterio.
Para completar digamos también que mientras la investigación fundamental no ofrezca una aproximación teórica clara y documentada sobre el modo de acción, los estudios que versen sobre la homeopatía se mirarán con una suspicacia más propia de la mala fe del detractor dogmático que de la necesaria toma de perspectiva que debe tener una actitud científica objetiva.
Por ejemplo, se nos reprochará que el riesgo de positivo falso del orden del 5% es inaceptable, y se nos exigirán miles de casos dónde para un medicamento convencional sería suficiente con una demostración sobre unos cientos de pacientes.
Sin embargo, los homeópatas no deben desarrollar una paranoia sino recordar:
-que el riesgo que se le exige a la homeopatía (de error en los estudios) será menor cuanto más inaceptables se consideren sus fundamentos, mientras que muchos medicamentos alopáticos disfrutan de una tolerancia mucho mayor en el análisis de sus resultados;
-que, por lo tanto, hay que ser más riguroso en la elección de los sujetos de estudio y en la metodología de los ensayos;
-que la investigación en homeopatía es aún muy joven y que en sólo treinta años ha recorrido gran parte del camino. Está cerca en el momento en que podamos comprender sus mecanismos de acción: los estudios clínicos no solamente se multiplican sino que serán acogidos con más benevolencia y seguramente con más objetividad."