La desición consciente de vacunar o no a un hijo no es nada fácil, porque tenemos miedo a todo, estamos en la sociedad del miedo. Es muy necesario que se respete por lo tanto la decisión de cada familia para que la esfera pública pueda ser cordial.
A algunos nos parece exagerado vacunar a un niño recién nacido (sin entrar siquiera en la valoración de la necesidad o efectividad de las vacunas). ¿Tanta prisa hay en introducir un tóxico en el organismo de una persona que ni siquiera está acabada de formar? esta prisa sólo existe por el miedo a la vida, por concebir el ser como algo muy vulnerable que está expuesto a enfermedades mortales desde el momento en que nace (o incluso ya en el útero, o en el parto!). Algunas personas han olvidado que una planta puede crecer y estar sana sin fumigarla, con nuestra salud pasa lo mismo, y de ahí vienen las prisas. Muchos vacunan por miedo.
Y otros no vacunamos también por miedo, por miedo a la toxicidad y a sus efectos dañinos. En general en estos casos preferimos concentrar nuestros esfuerzos en ayudar a la maduración natural del sistema inmunológico con todo lo que tenemos a nuestro alcance (entre ello con un buen soporte emocional, porque sabemos lo necesario que es). Y mientras tanto vamos tomándonos el tiempo necesario para valorar si vamos a optar por vacunar o no en el futuro, según la información que vamos encontrando y qué valor tenga ésta para nosotros.
Seria ideal si pudiesemos decidir si vacunamos a nuestros hijos o no en función de cómo entendemos cada uno la vida y de cómo entendemos cada uno la enfermedad, algo que evidenciaria que tenemos maneras diferentes de entender y de vivir la vida, lógicamente.
Saber que C. González en su reciente libro publicado se burla de sus adversarios, los "anti-vacunación" como él dice, en tono burlesco y prepotente me entristece, porque es propio de alguien con baja inteligencia emocional y además no aporta ninguna reflexión nueva, sigue infundiendo miedo y por ser un líder de masas eso hace flaco favor a la sociedad.
A la mayoría de madres no nos hace falta que ningún pediatra nos diga que "besemos a nuestros hijos", ni que "dar pecho es un regalo para toda la vida" pero la realidad es que C. González ha contribuido a normalizar algunas prácticas y a abatir falsos mitos. Ahora con este nuevo libro, a pesar de ser cruelmente criticada por él, tengo que agradecerle que informe a las masas de que "no es obligatorio vacunar", de que existe una "liga para la libertad de vacunación", de que "cada vez hay más famílias que no vacunamos (lo que quiere decir que cada vez hay más familias que nos informamos y tomamos las riendas, con conciencia)", entre otras cosas.
Gracias Carlos por esta gran labor que estás haciendo, aunque lo hayas hecho de manera inconsciente. Prometo leer tu libro, aunque seguro que no me vas a hacer cambiar de opinión, porque vemos la vida de diferente manera.
Gracias también a la LLV por algunas reflexiones con las que he empatizado y he proyectado en este post.
A algunos nos parece exagerado vacunar a un niño recién nacido (sin entrar siquiera en la valoración de la necesidad o efectividad de las vacunas). ¿Tanta prisa hay en introducir un tóxico en el organismo de una persona que ni siquiera está acabada de formar? esta prisa sólo existe por el miedo a la vida, por concebir el ser como algo muy vulnerable que está expuesto a enfermedades mortales desde el momento en que nace (o incluso ya en el útero, o en el parto!). Algunas personas han olvidado que una planta puede crecer y estar sana sin fumigarla, con nuestra salud pasa lo mismo, y de ahí vienen las prisas. Muchos vacunan por miedo.
Y otros no vacunamos también por miedo, por miedo a la toxicidad y a sus efectos dañinos. En general en estos casos preferimos concentrar nuestros esfuerzos en ayudar a la maduración natural del sistema inmunológico con todo lo que tenemos a nuestro alcance (entre ello con un buen soporte emocional, porque sabemos lo necesario que es). Y mientras tanto vamos tomándonos el tiempo necesario para valorar si vamos a optar por vacunar o no en el futuro, según la información que vamos encontrando y qué valor tenga ésta para nosotros.
Seria ideal si pudiesemos decidir si vacunamos a nuestros hijos o no en función de cómo entendemos cada uno la vida y de cómo entendemos cada uno la enfermedad, algo que evidenciaria que tenemos maneras diferentes de entender y de vivir la vida, lógicamente.
Saber que C. González en su reciente libro publicado se burla de sus adversarios, los "anti-vacunación" como él dice, en tono burlesco y prepotente me entristece, porque es propio de alguien con baja inteligencia emocional y además no aporta ninguna reflexión nueva, sigue infundiendo miedo y por ser un líder de masas eso hace flaco favor a la sociedad.
A la mayoría de madres no nos hace falta que ningún pediatra nos diga que "besemos a nuestros hijos", ni que "dar pecho es un regalo para toda la vida" pero la realidad es que C. González ha contribuido a normalizar algunas prácticas y a abatir falsos mitos. Ahora con este nuevo libro, a pesar de ser cruelmente criticada por él, tengo que agradecerle que informe a las masas de que "no es obligatorio vacunar", de que existe una "liga para la libertad de vacunación", de que "cada vez hay más famílias que no vacunamos (lo que quiere decir que cada vez hay más familias que nos informamos y tomamos las riendas, con conciencia)", entre otras cosas.
Gracias Carlos por esta gran labor que estás haciendo, aunque lo hayas hecho de manera inconsciente. Prometo leer tu libro, aunque seguro que no me vas a hacer cambiar de opinión, porque vemos la vida de diferente manera.
Gracias también a la LLV por algunas reflexiones con las que he empatizado y he proyectado en este post.